La casa de Jenara estaba
fuera del pueblo. Vivía en una casa grande y ahora alegre.
Había tenido cuatro hijos y
un marido,
pero éste
salió hacía más de cinco años a pagar la contribución de la casa y no volvió. Al principio
lo pasó muy mal, sobre todo por la “perra” que cogieron los amigos y vecinos de que había
sido una desgracia, cuando ella, la verdad, sentía que se había liberado. Se reía sola
y cantaba bajito cuando nadie la oía, pero delante de la gente ponía cara
de pena y
aceptaba
las innecesarias muestras de consuelo.
¿Qué sabía nadie la vida
perra que le había dado aquel hombre de puertas adentro? En el pueblo era simpático y
reidor, amigo de bromas y servicial. En la casa era un ogro, protestaba por todo,
gritaba, pegaba a Jenara y a los chicos. Cuando desapareció, tanto ella como sus
hijos
empezaron a
vivir. Ya todas las horas eran buenas, no se temían las horas de
la comida que traían al hombre a casa. Ninguno dijo nada, pero todo cambió para bien.
Económicamente, tampoco lo necesitaban. El se bebía y jugaba a las cartas casi
todo lo que ganaba. Jenara le contaba a su amiga Lina lo cambiado que
estaba todo, decía: “hasta
el cielo está ahora como más limpio, más bonito y no me dirás que los pájaros no cantan
mejor. ..
Cállate muchacha, eso es
lo único que no ha cambiado. Lo que te pasa a ti es que con aquel perro rabioso que tenías a
tu lado gritando siempre, no oías a los pájaros y no era el cielo el que estaba distinto,
eran tus ojos
llenos de
lágrimas lo que te hacían verlo así, como nublado, turbio.
Jenara le contó a Lina
lo bien que estaban todos en su casa. Le doy gracias a Dios porque se fue. Si se hubiera
muerto, sé que soy lo bastante tonta como para sentir pena, me empeñaría en buscar algún buen recuerdo, aunque te juro
Linilla que me hubiera costado trabajo encontrarlo.
2 comentarios:
Es que hay ausencias que lo llenan todo de vida.
Lo peor es que hay muchas mujeres que estan deseando que sus maridos salgan y no vuelvan ¡por si acaso! son ellas las que no lo cuenten.
Besos tranquilos.
Antes se decía que salió a comprar tabaco. Saludos, doña Concha.
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