viernes, 21 de septiembre de 2012

Comadres


Dos amigas se encuentran en la calle después de mucho tiempo.
¿ Que tal Rosarillo ? desde cuando que no nos vemos, y tu cómo estás?
Tirando pa lante pero destroza
¿ Y tus hijos por fin se casaron?. Si mujer, los dos. ¿ Y que tal les va?
Mi hija, ¡ fuerte suerte que tuvo Mª !
Su marido la saca, la sube, la baja, la lleva de viaje ( a unos sitios lejísimos que dicen que hay ), le lava los pisos, le hace el potaje, lleva los niños a la escuela pa que ella se quee acostá y si ella sale por ahí y se compra zapatos, vestios, carteras, no le tiene que dar cuenta ni de un real siquiera. Que too es poco pa ella.
Jesús que me alegro Rosario muchacha.
¿Y tu hijo? Mi hijo, un desgraciaito. Mira tu Mª si no es una pena que una críe a su hijo con mimo y cuidado para que una baladrona lo tenga de criado.
Quiere que mi hijo la saque, la suba, la baje, la lleve de viaje, le lave los pisos, le hace el potaje)  y se queda en la cama muy repatinga y mi hijo , el pobre, corre que te corre  a llevar los niños a la escuela y luego al trabajo too el día sin parar. Como un Juan lanas.
¡Ah!. Y se sale y se compra zapatos, vestidos, carteras, y no le da cuenta ni de un real siquiera. Que too se lo gasta la muy fullanguera.
¡Jesús! fuerte mala suerte muchacha.
¿Y los tuyos Mª?
Esos no se casan, ¿y pa que si lo tienen too?
Ellos tienen en el sur sus apartamentos y se van desde el viernes todos tan contentos. Son como maridos pero a tiempo partido y el domingo al sol puesto me llegan con la ropa sucia, muertos de cansados y desperesios como si no hubieran comido desde que se han ido. Pero yo contenta si ellos son felices, la más feliz yo.
Que el lunes otra vez son míos sus besos , sus risas, sus bromas y abrazos y la ropa sucia y la lavadora y hacer las camas y hacer la compra.
Pero yo contenta, que disfruten ellos lo que yo no pude que mi madre era como un sargento de carabineros.
Que si adonde vas, que de donde vienes, que con quien estas, que esto se hace así, que esto no se hace y el que los tenía como el Espartero, ¿o era el caballo?, ahora no me acuerdo.
Y si ellas quieren venir a mi casa, mis brazos abiertos, mis puertas abiertas que no piensen nunca que yo no las quiero,
Que lo que ellos quieren es lo que yo quiero.
Porque si me opongo me puede pasar como a la del cuento, que perdió a sus hijos que ya no los ve.
Por que dicen que pueden más un par de tetas que un par de carretas y como de eso las mías están bien servidas. Puede ser que un día – A casa tu madre no vamos a ir, que tengo otros planes – y nos quedamos mi marido y yo con too preparao, sentados en la sala los dos arreglaos. Cuando pase el tiempo y no venga nadie, alguno dirá ¿pues no venían hoy los chicos?. Venían pero no vinieron, vamos a comer. Y eso si que no, mis hijos primero que ná y si para que vengan me tengo que poner de cabeza abajo pues voy y me pongo.
Que a esa hermosura de hijos, sus besos, sus risas, sus bromas, no pienso perder por otra mujer.

2 comentarios:

pancho dijo...

Como siempre, muy buena entrada, doña Concha. Veo que se acerca peligrosamente al costumbrismo: nuestra raiz.
Le felicito

Anónimo dijo...

Gracias Pancho. Me gusta mucho contar con su aprobación.
Cuando dice que me acerco peligrosamente al costumbrismo¿ quiere decir que me puedo estrellar por esos derroteros o que le gusta que lo haga?
Un abrazo. Concha