Dos amigas se encuentran en la calle después de mucho
tiempo.
¿ Que tal Rosarillo ? desde cuando que no nos vemos, y tu
cómo estás?
Tirando pa lante pero destroza
¿ Y tus hijos por fin se casaron?. Si mujer, los dos. ¿ Y
que tal les va?
Mi hija, ¡
fuerte suerte que tuvo Mª !
Su marido la saca, la sube, la baja, la lleva de viaje ( a
unos sitios lejísimos que dicen que hay ), le lava los pisos, le hace el
potaje, lleva los niños a la escuela pa que ella se quee acostá y si ella sale
por ahí y se compra zapatos, vestios, carteras, no le tiene que dar cuenta ni
de un real siquiera. Que too es poco pa ella.
Jesús que me alegro Rosario muchacha.
¿Y tu hijo? Mi
hijo, un desgraciaito. Mira tu Mª si no es una pena que una críe a su hijo con
mimo y cuidado para que una baladrona lo tenga de criado.
Quiere que mi hijo la saque, la suba, la baje, la lleve de
viaje, le lave los pisos, le hace
el potaje) y se queda en la cama
muy repatinga y mi hijo , el pobre, corre que te corre a llevar los niños a la escuela y luego
al trabajo too el día sin parar. Como un Juan lanas.
¡Ah!. Y se sale y se compra zapatos, vestidos, carteras, y
no le da cuenta ni de un real siquiera. Que too se lo gasta la muy fullanguera.
¡Jesús! fuerte
mala suerte muchacha.
¿Y los tuyos Mª?
Esos no se casan, ¿y pa que si lo tienen too?
Ellos tienen en el sur sus apartamentos y se van desde el
viernes todos tan contentos. Son como maridos pero a tiempo partido y el
domingo al sol puesto me llegan con la ropa
sucia, muertos de cansados y desperesios como si no hubieran comido desde que
se han ido. Pero yo contenta si ellos son felices, la más feliz yo.
Que el lunes otra vez son míos sus besos , sus risas, sus
bromas y abrazos y la ropa sucia y la lavadora y hacer las camas y hacer la
compra.
Pero yo contenta, que disfruten ellos lo que yo no pude que
mi madre era como un sargento de carabineros.
Que si adonde vas, que de donde vienes, que con quien
estas, que esto se hace así, que esto no se hace y el que los tenía como el
Espartero, ¿o era el caballo?, ahora no me acuerdo.
Y si ellas quieren venir a mi casa, mis brazos abiertos,
mis puertas abiertas que no piensen nunca que yo no las quiero,
Que lo que
ellos quieren es lo que yo quiero.
Porque si me opongo me puede pasar como a la del cuento,
que perdió a sus hijos que ya no los ve.
Por que dicen que pueden más un par de tetas que un par de
carretas y como de eso las mías están bien servidas. Puede ser que un día – A
casa tu madre no vamos a ir, que tengo otros planes – y nos quedamos mi marido
y yo con too preparao, sentados en la sala los dos arreglaos. Cuando pase el
tiempo y no venga nadie, alguno dirá ¿pues no venían hoy los chicos?. Venían
pero no vinieron, vamos a comer. Y eso si que no, mis hijos primero que ná y si
para que vengan me tengo que poner de cabeza abajo pues voy y me pongo.
Que a esa hermosura de hijos, sus besos, sus risas, sus
bromas, no pienso perder por otra mujer.
2 comentarios:
Como siempre, muy buena entrada, doña Concha. Veo que se acerca peligrosamente al costumbrismo: nuestra raiz.
Le felicito
Gracias Pancho. Me gusta mucho contar con su aprobación.
Cuando dice que me acerco peligrosamente al costumbrismo¿ quiere decir que me puedo estrellar por esos derroteros o que le gusta que lo haga?
Un abrazo. Concha
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