¿Dígame?
- ¿Por favor, esta Marianela?
- ¡Sí!
- Dígale que se ponga, de parte de Fulgen- Risas
-¡Pero que tontería!, si no se puede poner
-¿Por qué no?
-Porque tiene tres años y seguro que no espera ninguna llamada. Es mi hija, esta equivocado.
-¿Tienes una hija?, tu voz parece la de una niña
-Sí, me lo han dicho muchas veces, pero de niña sólo tengo la voz- Más risas de los dos.
-¿Cómo te llamas?
- Sandra
- Me gustaría conocerte, eres tan alegre y tan espontánea, ¿tienes pareja?
-No, ya no
- ¿Tomamos café?
- ¿No serás un sádico de esos que van por hay matando gente?
-Sí, lo soy, pero nunca lo cuento en la primera cita -Más risas. Quedaron.
Cuando colgó, Sandra pensó: ¡Bendito invento el teléfono y benditas equivocaciones!, Fulgen pensó: ¡Que niña tan encantadora, suerte de equivocación!
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