sábado, 2 de julio de 2016

Ahora en serio

Ahora, en serio Desde que en septiembre del 2004 se aprobó el anteproyecto de ley del divorcio, para modificar la ley de 1981, ya no es necesario la separación previa, ni se tienen que alegar motivos delante de un juez, o sea, que los maridos no tienen que salir a comprar cigarros y desaparecer como se hacía antes, ahora simplemente, ellos o ellas recogen sus cosas y ojos que te vieron ir y, claro, no les da tiempo ni de pensárselo. Las cosas han venido así y yo no soy quien para juzgar, pero si puedo opinar. Pienso que si los matrimonios sin hijos se llevan mal no tienen por que seguir juntos, pero todo cambia si hay niños por medio, entonces hay que pensárselo muy bien porque los hijos son los que pierden, pierden muchísimas cosas. Averi Corman, el autor de Kramer contra Kramer (recomiendo a quien le pueda interesar Divorcio perfecto), cuenta que él fue uno de esos niños perdedores. Cuando tenía cinco años, sus padres se separaron y dice que “esas carencias siempre han afectado a su ADN emocional”. Muchos padres, llegado el caso, piensan egoístamente que la separación es lo mejor para ellos y se convencen de que también lo será para los niños, que sólo será una racha hasta que se acostumbren a la nueva situación, pero no es así, ¿quién no conoce a adolescentes que tras la separación de sus padres van dando tumbos de un colegio a otro y de unas amistades a otras, muchas veces poco convenientes? Notan la falta de normas, de autoridad que tiene que haber en cada hogar, cada uno de los padres quiere demostrar que él es el más bueno, el más moderno, el más generoso, y esto va en detrimento de la educación, de la formación humana de los niños. Los hijos de padres separados pierden también, a veces, a sus abuelos, por lo menos a dos de ellos. Conozco un caso en que como los padres de ella vivían en Tenerife, fueron los de él los que se hicieron cargo de los nietos desde que a ella se le terminó el permiso de maternidad y, de pronto, se separan y ya no ven a los niños porque su madre piensa que lo que fue bueno para ellos cuando más cuidados y tiempo necesitaban, ya no lo es, sin más, y les da igual que tanto los niños como los viejitos lloren por no estar juntos. Hasta el punto de que los niños pidieron en la carta a los Reyes Magos, en vez de juguetes, un piso junto a su casa para los yayos de Las Palmas y así poder verlos todos los días. Como yo, seguro que todos conocen muchas injusticias de este tipo. Hace dos veranos conocimos en la playa a un matrimonio joven que tenía dos hijas adolescentes y las cuidaban hasta la exageración: qué comían, qué se ponían, a dónde iban y con quién... Sólo en contadas ocasiones durante el verano las dejaron salir de noche y el padre las llevaba y las traía, muchas veces nos quedábamos jugando a las cartas hasta la hora de recogida, que eran las dos de la mañana ni un cuarto de hora más, intercediera quien intercediera. Sin que nosotros, que éramos sus vecinos más inmediatos, notáramos nunca ninguna desavenencia entre ellos, se separaron durante el invierno y ya, este verano pasado, las niñas veranearon solas, como si de pronto, porque los padres se aburrían, las niñas se hubieran hecho mayores y autosuficientes. Ya no importaba si comían bien o no, cuales eran sus amistades, a quién metían en la casa, ni a qué hora se acostaban, dejaron de estudiar porque habían descubierto que sólo tenían que pedir lo que se les antojara intercalando “mamá no me deja o papá no quiere” para que el otro se lo concediera en el acto. Los padres mientras habían aprovechado las vacaciones para irse de viaje con sus respectivas nuevas parejas ¿Qué pasa? ¿Qué cuando se rompe una pareja se rompe también eso, que quiera que sea, que te une a tus hijos que te hace quererlos más que nada y preocuparte por sus penas o ser feliz con sus alegrías, aunque tengan cincuenta años?. Por favor, si alguien quiere, que me lo explique porque yo no lo entiendo.

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