domingo, 10 de febrero de 2013

de ella abuela, de ella

Va a tener un niño, me dijo mi nieto hablando de una conocida de dieciséis años, yo, olvidando por un momento la edad de mi nieto, pregunte: “¿Y de quién es el niño?” Él, con cara de estar pensando mi abuela no rige bien, me dijo: “De ella, mama Concha, de ella ¿No ves que lo lleva dentro?”
¿Hay alguien que dude que eso, explicado con tanta sencillez, sea verdad?
Claro que también son de los papas, sin ellos no seria posible (de momento), pero pensemos: Él lo deja allí y punto, bueno, comparten alegría, ilusión, preocupación, le toca la barriguita para notar como se mueve, como crece, lo cuenta en el trabajo, a sus amigos, se siente profundamente masculino. La mamá lo será a tiempo completo, desde el primer momento: nauseas, mareos, acidez, oleadas de emoción, ganas de reír y llorar… ¿Seré capaz de sacarlo adelante como hicieron las madres que me precedieron? En el momento del parto el padre nervioso, ella reventándose… El momento de la expulsión es para ella de auténtica liberación física, cuando ya no puede más, cuando ha gastado sus últimas energías, bueno, estoy hablando de partos naturales, sin ningún fármaco, como fueron los míos. Creemos que ese momento transforma a una mujer místicamente en madre, no es verdad, ahora estas deseando descansar, que se lleven al niño, lo bañen, lo vistan con esas ropitas que parecían tan pequeñas y que ahora dan dos vueltas al largo y disperso cuerpecito. Cuando hayas descansado, sentirás el deseo instintivo de tenerlo sobre tu pecho, de amamantarlo, tendrás que aprender claro, cogiéndolo con miedo, como que es lo más valioso que tienes, una cosa que parece tan sencilla como ponerlo al hombro para que eructe, se convierte en un trabajo de Hércules, porque como ha estado nueve meses con las rodillas recogidas hacía la barbilla, apenas te descuidas, se hace una bolita hacia tu regazo 
Llegas a tu casa, cambian todas tus costumbre ¿Eras tú la que tenías la casa siempre tan ordenada? ¿La que se enfadaba si algo no estaba en su sitio? Ahora la casa es un desbarajuste, pañales, llantos, que todavía no sabes distinguir si son de hambre, no coge la chupa, ¿Tendrá gases? Entonces te acuerdas de cuando tenías sueño y te acostabas sin más, pero compensa, ya lo sabes tú que compensa. A los cuatro o cinco días ya parece que reconoce el timbre de tu voz, bastante mas tarde le echa los brazos al padre, las babas de él hacen un charco en el suelo. Algo muy divertido son las posturas que adopta el padre cuando por primera vez le pones al niño en sus brazos, se agacha o levanta mucho un hombro o se hace hacía delante mientras lo mantiene con los brazos alejado de él. Yo vi una vez uno que incluso se puso a la pata coja al tiempo que ponía una cara rarísima, mezcla de amor y miedo a no ser capaz de mantenerlo ahora ni después. Cuando el niño se vuelve sólo en la cunita, los papás están ahí con todos los músculos en tensión, ayudándole. Pero el que tu hijo se alimente de tu cuerpo, oírlo ronronear de contento, ver como cierra los ojos confiado y feliz porque está contigo, en ti, eso son cosas que sólo las madres pueden sentir y disfrutar, por eso mi nieto tenía tanta razón: “El niño es de ella, mama Concha, de ella ¿no ves que lo lleva dentro?”

4 comentarios:

Unknown dijo...

¡Cuánta razón Conchi! Los hijos son de "ellas", nuestros. Las que pasamos por todo eso sabemos de lo que hablamos. Aunque los papás hacen todo lo que pueden. Pero...¡cuánta razón lleva tu nieto! Muy bonito y real. Besos

Unknown dijo...

Es que le guste a quien le guste son nuestros, de nuestras entrañas para bien o para mal.
Relato conmovedor. Besos de gofio.

Moisés Morán dijo...

Mucha razón tienen...

pancho dijo...

Muy lindo, doña Concha. Me trajo a la memoria mi experiencia con los niños. Me nacía un hijo/a, mejor dicho mi mujer traía un niño y yo no lo sentía como mío, hasta el día en que sus ojos me miraban fijamente, parándose y escudriñando en mi cara. Ahí aparecía el padre responsable que decía "para mí, para mis adentros": ¡amigo, aquí tiene usted para toda la vida una boquita más que alimentar y sino haberlo dejado donde estaba!