sábado, 10 de diciembre de 2011

falta de cariño

Juliana se pasaba los días asomada a la ventana del centro geriátrico donde la habían recluido, esperando que su hija y sus nietas rectificaran y vinieran a buscarla. No podía imaginarse la vida sin su casa, sin su familia. Venían a verla, sí venían a verla, pero de prisa y corriendo por que no tenían tiempo. Eso decían pero cada vez eran más cortas y menos las visitas.

Pasado un tiempo se negó a comer, no es que no tuviera apetito, es que cerraba la boca con todas sus fuerzas que tenía bastantes pues en realidad no era tan vieja como para que la hubieran arrimado y no consentía en tragar más que agua . Tuvieron que empezar a alimentarla con sueros. Un día mientras limpiaban el cuarto las auxiliares comentaron que ya estaba próxima la fiesta de san Juán. Aunque parecía que estaba ausente Juliana se interesó por la conversación, ¿A que día estamos hoy mi niña?, diez de junio contestó una de ellas.Entonces como si saliera de un sueño intentó sentarse en la cama y dijo –quítenme esto, tirando de la goma del suero, díganle al médico que ya voy a comer, que no lo necesito.

Así fue, poco a poco volvió a comer, a salir de la cama a ratos, el día veinte cuando vino una de sus nietas a verla le dijo muy misteriosa que le iba a dar un recado para su madre, ¿Cuál abuela?- dile que me deje ir a la función del día de san Juan, que luego si quiere me traiga otra vez pero que yo nunca, jamás en toda mi vida desde que hice la primera comunión falté a la función del día de San Juan.

Pasaron los días y la familia no daba señales de vida, el día 23 se levantó, metió un vestido y alguna cosilla más en una bolsa de plástico, se aseó y se asomó a la ventana a esperar. Según se pasaba la hora de las visitas se iba poniendo mas triste, entonces se fué al despacho del supervisor y le dijo- Don Francisco llame usted a mi casa por favor, seguramente mi nieta se olvido de decírselo a mi hija, dígale que no voy a molestar que yo me hago la cama y el café con leche, y todo y que cuando termine la misa me vengo otra vez,- .

El llamó pero hicieron caso omiso, es más, llegaron a decirle cuando el trataba de convencerlas que quien se creía él que era, que esas eran cosas de familia y él no tenia por que intervenir.

Vuelta de la viejita a llorar y a no querer alimentarse. Se desmejoraba cada día y hasta empezó a perder memoria, quizás Dios le echó una mano para que olvidara lo que no quería recordar. Ya penas nombraba a su hija, y cada vez las visitas se distanciaron más hasta llegar a desaparecer, por que decían las nietas que una vez que no las conocía a que iban a venir con la vida tan atareada que según ellas tenían

Entonces las auxiliares recordaron que recién llegada , Juliana les había contado que de joven tuvo un novio muy guapo, que se querían mucho, pero que el tuvo que irse a Cuba para poder casarse y no volvió ni supo nada de el nunca más

A una de ellas o a todas se les ocurrió buscarle otra ilusión que le ayudara a vivir, y resucitaron al novio emigrante, lo prepararon todo con detalle .

Una de ellas trajo una foto que le habían hecho a su padre vestido de cubano una vez que en carnavales fue a la Palma. Ya sabían ellas porque la viejita lo había explicado detalladamente como era de alto, de moreno y de guapo y le escribieron una carta en su nombre como si ambos fueran jóvenes, como si terminara de irse a Cuba borrando así todo lo que le atormentaba, para perfeccionar la mentira piadosísima hicieron que el cartero de toda la vida de la clínica subiera a entregársela en la misma cama, mientras todas las auxiliares que en ese momento podían, esperaban en el pasillo más emocionadas que si la carta fuera para cada una de ellas .

Inmediatamente una de ellas entro como de rutina y se encontró a Juliana con la cara arrebolada y que le decía –mi niña, mi niña mira a ver de quien es esta carta que me mandaron- la niña rasgó el sobre y lo primero que apareció fue la foto de su querido Juán, se la había hecho el día que llegó a Cuba, y además contenía también la carta más preciosa que entre todas supieron redactar, en la que claro hablaba de volver, y con apasionadas palabras le pedía que lo esperara. A partir de entonces las cartas fueron semanales, y la mejoría de Juliana diaria.

Para la carta de la primera Navidad que pasaron separados, las niñas de la clínica pidieron ayuda a una amiga que era muy aficionada a escribir cartas ajenas y a inventarse lindos amores.

Pasados unos meses, la viejita estaba pletórica. Desde que la aseaban y la vestían se sentaba en una silla, ya no se acostaba más que para dormir la siesta o por la noche, el resto del tiempo lo pasaba junto a la ventana esperando que otra vez fuera jueves, el bendito día que traíanoticias de su queridísimo Juan. Ese día las niñas la peinaban con especial esmero y hasta le pintaban un poquito, muy poquito los labios parecía como si ellas también creyeran que de alguna manera ese día Juan, el inventado, se personificaría para ver a la vivaz , guapa y jóven Juliana que por obra y gracias de un grupo de buenas muchachas ya no sufría por el abandono inmerecido, por que había vuelto a estrenar su vida y no recordaba nada que su selectiva memoria no deseara recordar.


4 comentarios:

pancho dijo...

¡Qué lindo!
Felicidades.

Leonor Mena dijo...

Qué precioso tía, ¡vivan las mentiras piadosas llenas de vida!

Tino Prieto dijo...

Genial. ¡Viva la imaginación y el apoyo a lxs demás!
Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Hola Concha, soy Miriam la nuera de Pascual Ros de Elche. Acabo de estar con su hija Rosa y Herminio. He disfrutado mucho recordando el día tan precioso que pasamos en Murcia con Uds, me ha encantado leer sus histórias, tiene el don de transmitir sensaciones, olores colores, sentimientos como si lo pudiéramos revivir en este momento!Espero de corazón que nos podamos ver pronto y me siga enseñando a cocinar el mojo picón!! mil besos desde Elche!