jueves, 20 de octubre de 2011

Optimismo

 

 

 

Todos conocemos alguna de esas personas que por encima de todos son optimistas, sobre todo, en lo concerniente a la edad que tienen y a pensar que eso de la muerte no va con ellos, que van a ser eternos. Las hijas de una vecina de mi hermano, a quien con noventa y dos años iban a operar de cataratas, le preguntaron al oftalmólogo: “Doctor, ¿Cuales son los inconvenientes y las ventajas de la operación tradicional y la de rayos láser?” El médico dijo que dada la edad de la enferma lo mejor seria la de láser porque se podría ir a su casa rápidamente, no era dolorosa, en fin que el único inconveniente que tenía era que podía darse el caso de que pasados diez años tuvieran que operarla otra vez, pero con la edad de su madre…”

La viejita que no se perdía detalle de la conversación, saltó: “¡Ah no, no, usted me hace la de toda la vida, no voy a estar yo viniendo a operarme cada diez años, de eso ni hablar!”.

Otra señora de mi vecindario, cercana a los ochenta, que malamente podía andar, tenía todos los huesos deformados por una enfermedad degenerativa que la hacía tambalearse,

me contó más de una vez que ella siempre había sido muy guapa. “Todavía hoy y siempre que salgo a la calle todo el mundo me mira, cuando estoy en la parada de la guagua, aunque haya un montón de jóvenes, me miran a mi”. Y estaba ella tan feliz y tan convencida que yo pensé: “pues mira que bien, mejor no decirle que la miraban pensando ¿Cómo dejaran a esta señora salir sola?, si no puede valerse”.

También conocí a otra abuelita muy simpática y muy aficionada a echarse a la calle a las dos menos tres. Sus hijas y nietas se turnaban para no dejarla salir sola, pero cuando intentaban cogerla del brazo se soltaba muy airada y les decía: “¡Jesús mis hijas no se agarren de mi, que me van a tirar, fuerte gente torpe!. Caminen solas, mis hijas, caminen solas, que yo a la edad de ustedes iba por la calle dando saltos. ¡María Santísima, si no es flojera la de esta juventud!. ¡Cómo será cuando tengan mi edad, que no es que yo sea vieja, pero mis añitos tengo!”

 

 

 

 

3 comentarios:

Moisés Morán dijo...

Me gustó, Conchi.

pancho dijo...

Me gustó mucho la historia.
Me hizo rememorar otra personal en la que siendo yo un polloncillo de 14 años y un poco alto para mi edad, paseaba con mi madre por la calle de Triana. Ella iba cogida de mi brazo -se decía de bracillo- y me dijo:
¡Ya eres un hombre. Todo el mundo nos mira porque creen que somos novios!

Saludos............

Unknown dijo...

Muy bonito y real...me gusta. Besos...