viernes, 29 de octubre de 2010

Asuncionita

Asuncionita, que sobrevivió a tres de sus hijos, decía que no tenía pena porque no estaba sola, que sus hijos venían todas las tardes a verla y le decían quien iba a morir próximamente en el pueblo. Y si no eran niños, porque en ese caso no quería causar ese dolor tan grande por adelantado, les mandaba recado a su familia, por si tenían algún asuntillo que arreglar, o por dar una alegría. Como cuando le dijeron que el marido de Ramona la del molino, que era más malo que un dolor y la maltrataba a diario, ya estaba a punto de rendir cuentas. La viejita cogió su pañoleta y aunque ya andaba con dificultad se acercó al molino, llamó a gritos la molinera y le dijo: “¡Ramona, Ramona!, que dicen mis hijos que no hay mal que cien años dure y que, aunque sé que siempre se van primero los buenos esta vez no es así, tu consorte esta en la lista”

Todos tenían una fe ciega en la viejita, así que al día siguiente pudieron ver a la molinera con la cara lavada, peinada con un hermoso moño como nunca en la vida y riendo por todo mientras compraba pescado. Después se fue a la tienda de Juana y se compró dos retales negros y aunque llevaba preparada una historia, por si ésta le preguntaba para que los quería, no hizo falta porque esa mañana  a Juana, que había pasado la cortinilla de la trastienda  más veces que otros días a esa misma hora, ya no le preocupaba nada, que no fuera  si el suministro de coñac le llegaría o no a la noche.

Como Asunción nunca fallaba en sus oráculos, tres días más tarde, a Vicente, el marido de la molinera, la mula  le partió la cabeza de una coz  y marchó a la vida eterna dejando a la mula,  a la que también maltrataba, y a Ramona en la mismísima gloria.

Damasito, el de la cantonera, cuando se enteró de la predicción de los hijos de la viejita,

acudió a su casa para preguntarle, si los mensajes eran de ida y vuelta y si, por favor,

 sus  hijos  podrían enterarse  de cuanto le faltaba  a su suegra, que iba a terminar con su

 matrimonio  y si lo apuraban con su vida misma. 

2 comentarios:

Moisés Morán dijo...

Bueno, la muerte siempre está en la puerta y la mayoría de las veces se lleva a los bueno, y los malnacidos, tarda un poco más...quizás sea un percepción, que se hacen notar más con su maldades, porque los buenos, siempre hacen el bien sin que se entere la mano izquierda.

Anónimo dijo...

Supongo que sería duro eso de saber de antemano la fecha de la muerte de alguien. Yo preferiría no saberlo y preferiría que no fueran los fallecidos gente de nuestro entorno, para que nadie tenga que avisarnos ....de estas cosas mejor enterarse por la prensa.
Admiro, una vez más tu capacidad para captar y analizar detalles y curiosidades de personajes típicos y crear con ellos situaciones graciosas, sencillas y muy amenas. Un beso. Primo Enrique