jueves, 11 de octubre de 2012

Dice mi primo Enrique.


Hola prima:
                  Sorprendido estoy de ver mi comentario publicado en tu blog. Gracias por el detallazo. Y yo con estos pelos.....  Si me lo llegas a decir habría tratado de mejorar un poco el estilo para quedar a la altura.
                  De paso, voy a comentarte algo sobre aquello que dices en otro articulo sobre  las noches de parrandeos de novios en aquellos tiempos no tan lejanos. Desde la época de la máquina de coser en medio de la pareja hasta los actuales fines de semana en el sur,  todo incluído, parece que hayan transcurrido 500 años y apenas van 50. Me acordaba yo de aquella palabra,  "solpuesto",  que me parece  solamente he oído a la gente de nuestro pueblo y que se refiere a aquel momento de final del dia, cuando ya se ha puesto el sol y todavía no está la noche "fechada". Era la referencia de los chicos para ir a la casa de sus chicas, más bien digamos novios y novias porque eso de entrar en su casa ya era algo como más serio y comprometido. Cuando se encendian los bombillos del alumbrado público, diez o doce en el Ejido y quince o veinte en la calle del Ejido al Cuarto, que alumbraban poco más que una vela y que solian situarse en las entradas de los callejones,  para iluminar una zona más amplia. El caminar de noche, hasta eso de las diez, era medio posible gracias a que las luces de las tiendas abiertas, una casi en cada casa, como ahora en Mesa y López, alumbraban parte de las calzadas, porque los pobre bombillos poco daban de si. Hoy  todo es distinto, las tiendas son poquísimas porque las grandes superficies las han sorbido y las idas y venidas por las calles apenas se ven por aquello de la tele y porque en coche es más cómodo y rápido.
                  Recordaba también un pregón de las fiestas de Candelaria que hizo Victoriano Suárez. Decía él que en las fiestas de antaño los alredores de la plaza se llenaban de ventorrillos impovisados con maderas y hojas de palma que, en una esquina, a modo de antena, izaban un palo para sostener un bombillo,  mientras que las cajas de turrones se alumbran con una luz de carburo. Como también ponian picón en el suelo al paso de la gente se levantaba una nubes de polvo que dejaban mal parados la ropa estrenada y que en los bombillos formaba una especie de aureola de comor amarillento que apagaba aún más la pobre iluminación. Uno por ventorrillo, quince o veinte en la plaza, diez o doce por los alredores...la iglesia, el ayuntamiento.......pongamos ciento y poco a todo reventar.....alguna guitarra....algunos acordes de la banda Falcón..... Hoy en día,   una sola atracción tiene doscientos bombillos y una megafonía que ensordece a los parroquianos, más que antes todas juntas.
Cosas de antes.

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