Es espeluznante
oir que ante la noticia de “tu hijo ha muerto” Un padre y una madre se
abracen diciendo “gracias Dios mío “.Pero
yo lo he vivido y aunque en el primer momento me horrorizó y me pareció que no lo habían entendido, que oyeron otra cosa, luego hablando con ellos, tu te sumes a
sus sentimientos y también digas,” gracias Señor “.
Gracias por haber rescatado al fin de ese infierno de las
drogas a un chiquillo bueno,
estudioso , cariñoso, que un día de la noche a la mañana se convirtió en un
déspota, un ladrón, un mentiroso , en una verdadera tragedia para sus padres
que nunca sabían donde estaba ni con quién. Que cuando sonaba el teléfono de la
casa los dos corrían hacia él
pensando lo peor y lo mejor, que había muerto por una sobre dosis o que
era él, su propia voz para decirles “Estoy bien, no se preocupen, pronto iré a
verlos a pasar unos días con ustedes o quizás para quedarme.
Pero que realmente era la voz de alguno de sus hermanos diciendo ¿Saben
algo del niño? Lo llamaban así por que era el pequeño . el juguete de todos por
que llegó nueve años después que el último de sus hermanos.
Que desde la maldita hora que se metió en ese infierno, no habían tenido un
minuto de descanso ni de felicidad, que lo sufrían todos, ellos mismos los
otros hijos, los nietos.
Los tres lloramos abrazados mientras ellos decían, ¿no lo
comprendes?. Ahora sabremos siempre donde está que no lo meterán en la cárcel, que no lo golpearán ni
estará sujeto al martirio que para
él suponía no tener droga ni dinero para conseguirla.
Ella me decía, ahora cuando piense en él siempre sabré donde está que está dormidito, como
cuando era pequeño, que nadie lo va a dañar que no pasará hambre ni frío
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