martes, 16 de marzo de 2010

Novios

Mamá, ha llegado el momento de que me interese por los hombres, voy a echarme novio- dijo Isa, a bocajarro mientras, se levantaba de la mesa del desayuno 
-¿Novio, pero todavía usan ustedes esa palabra?
- Bueno, pareja, chico, amigo, llámalo como quieras, pero si encuentro uno que me guste me iré a vivir con él- Y salió dando un portazo y dejando a su madre impactada con la noticia de que su niña iba a entrar de pleno en el mundo de los adultos.
-¡Jesús, María! ¿Qué querrá decir con eso de que le guste?. Miedo me da. 
Fregó los cacharros y provista de lápiz y papel se sentó a hacer una lista de lo que a ella le gustaba cuando tenía su edad y de lo que parecían preferir las niñas ahora: 
Mamá: 
-Pelo corto
-Estudiante universitario
-Los fines de semana saca unas perrillas cortando hierba en algún chalet
-Vive en familia
-Habla inteligentemente
-La lleva a merendar y al cine
-Viste bien
Niña actual:
-Melena larga
-Cuelga los estudios porque… chacho, chacho…
-Fuma hierba todos los días de la semana
-Vive en un sótano inmundo con un amigo
-Murmulla sordamente
-La niña pagará las copas y el cine porque él está siempre tieso
-Irá lo suficiente andrajoso como para no desmerecer su imagen de joven rebelde contra la sociedad, las guerras, la contaminación, los políticos, el hambre…

En fin, un muchacho excelente después de todo.
Contra todo pronóstico el único requisito indispensable para Isa fue que el chico tuviera bien amueblada la cabeza.
Ya se fue encargando ella de empezar cortándole un poco el pelo -Sólo un poco- le dijo -no dejarás de parecer tú -. Pero lo hizo fatal, lo dejó que parecía un cruce entre chihuahua y perro pastor, largo por un lado y cortísimo por el otro. Y claro, lo tuvo que arreglar un barbero. Mientras tanto librara Dios a la madre de dar su opinión que sería rebatida inmediatamente.
Isa le compró luego unos vaqueros nuevos que, tras restregarlos por la arena y por las rocas y lavarlos un montón de veces, perdieron su aire insultante de recién salidos de una tienda. 
Así una cosita hoy y otra mañana, poco a poco, el joven rebelde se encontró un día frente a un espejo probándose un traje con chaleco, casi sin escandalizarse, porque al fin y al cabo, gracias a esos retoques que le hizo Isa, había conseguido un trabajo en unos grandes almacenes.

1 comentario:

Moisés Morán dijo...

jajajajaja, a poquito, a poquito nos van cambiando. jajajajaja