lunes, 3 de agosto de 2009

Los niños de hoy se aburren

Nada más levantarse, los niños disponen de tres o cuatro programas infantiles en la televisión, pero no pueden disfrutarlos porque tienen que salir a escape para el colegio, o aún peor, para las guarderías. Chiquititos, muertitos de sueño, cuando lo que a ellos de verdad les gustaría sería, cuando se despertaran,  pasarse a la cama de los papás y volver a dormirse entre los dos calentitos o muertos de calor, pero allí. Sospecho que esa es la idea que ellos tienen del Paraíso.

Después, corriendo, corriendo a desayunar, a preparar la mochila acuciados por sus padres que temen llegar tarde al trabajo y que corren desaforados por la casa mientras atienden a los niños y a la vez, preparan sus cosas y se arreglan.

Por la tarde, los deberes y después la madre  los arrastra por toda la ciudad a clases de inglés, judo, natación, piano, guitarra, tenis… con lo cual, los niños llegan al viernes extenuados, con la casa llena de juguetes, pero sin tiempo ni ganas de usarlos.

Los fines de semana hay que llevarlos a la playa, al campo, a unos grandes almacenes, a donde sea. ¿Pero son los niños o los padres los que consideran tan necesario tenerlos de la Seca a la Meca todo el día? Pregúnteles, pregúnteles  si no prefieren quedarse en casa y jugar con el escalextric que le trajeron los Reyes hace casi medio año  y que todavía no saben ni como funciona.

Por todo esto y muchas otras cosas, que todos sabemos y que sería muy largo de enumerar y siempre sabiendo que los padres lo hacen con la mejor intención del mundo, los niños llegan a adolescentes sin conocer a sus padres  y lo que es más grave sin que estos los conozcan a ellos.

Piensen que ustedes no son solo los proveedores de alimentos y demás necesidades de sus hijos, eso puede serlo cualquiera. ¡Ustedes son  nada más y nada menos que sus padres! ¿Qué has podido hacer que sea más importante que engendrar y criar a tus hijos? ¡Sean principalmente padres!

Les propongo algo: tómense un día para ir con ellos y sus amigos de excursión al campo, pero no en el todoterreno de papá, que es el mejor de todos los todoterrenos de los amigos, sino en la guagua, incluso canten con ellos, lo van a recordar toda la vida,  tírense al suelo y jueguen a lo que ellos quieran. Seguro que la empresa no irá a la quiebra porque  falten un día: nadie es tan imprescindible. Olvídense de que  mañana, otra vez, serán unos señores muy ocupados  que  cuando salgan por la tarde del trabajo se llevarán a casa una cartera con un montón de trabajo y apenas tendrás tiempo de darles un beso de pasada. Y al otro día será igual y así, sin darse cuenta se habrán perdido la mejor y más enriquecedora de las experiencias. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, si señora, como siempre. Yo pienso que cuando vemos que nuestros hijos han crecido, aún sintiéndonos muy orgullosos de ellos, pensamos que tal vez esto o aquello pudimos o debimos hacer y no hicimos, o a la visconversa, hicimos algo qe no deberíamos. Si volviéramos a ser padres, con la experiencia que ahora tenemos.....nada.... volvería a ser lo mismo; aciertos y fallos guíados siempre por el amor incomporable que nos inspiran y el deseo de evitarles todo lo malo y procurarles el acceso a lo bueno. Tarea harto díficil porque, aparte de nuestra falta de preparación y capacidades, cada hijo tiene su carácter y nace con unas dosis de aceptación o despeje, una personalidad distinta en cada caso y contra eso poco se puede y poco se debe hacer. Sigue escribiendo. Un beso. Enrique

Moisés Morán dijo...

Que díficil son los niños...¿o son cosas mías?